jueves, 20 de agosto de 2015

MADRES TOXICAS: CUANDO LA EDUCACIÓN ES DAÑINA...



Hablamos de madres tóxicas, no obstante, cabe aclarar también que hay padres tóxicos y abuelos tóxicos. Pilares en la educación de los niños que lejos de fomentar una madurez personal y una seguridad con la cual, poder abrirse posteriormente al mundo, no hacen más que anclar pesadas cadenas vetando por completo la independencia física y emocional de esa persona.

Ahora bien, cabe decir que el rol de la madre tiene casi siempre, un peso más intenso en la educación de los niños. Es ella quien establece ese vínculo de cuidado y afecto tan estrecho con ese recién nacido, que día a día, irá desprendiéndose de sus brazos para avanzar con seguridad por el mundo sabiéndose amado, teniendo siempre ese referente que le ha aportado un amor incondicional pero saludable, con el que madurar de modo inteligente.


Las madres tóxicas ofrecen una amor a sus hijos hostigante a la vez que inmaduro. Proyectan sobre ellos sus inseguridades para reafirmarse personalmente, y así, tener mayor control sobre sus vidas y sobre la de sus hijos.


¿Qué hay detrás de la personalidad de las madres tóxicas?


Puede que nos llame la atención, pero detrás del comportamiento de una madre tóxica, está el amor. Ahora bien, todos sabemos que a la hora de hablar del amor, existen dos caras de una misma moneda: está esa dimensión capaz de propiciar el crecimiento personal de la persona, ya sea a nivel de pareja o a nivel familiar, y a su vez, está también ese lado más tóxico donde se ejerce un amor egoísta e interesado, a veces hasta asfixiante, que puede ser completamente destructivo.


Lo preocupante, es que los familiares que despliegan las artimañas de la toxicidad, lo hacen hacia criaturas que están en pleno proceso de maduración personal, ahí donde debe asentarse su personalidad, su autoestima… Todo ello, irá esculpiendo en ellos grandes vacíos, grandes inseguridades en ocasiones insalvables.


Veamos ahora qué dimensiones psicológicas perfilan a las madres tóxicas:


1. Personalidad insegura


En ocasiones, suele esconderse una clara falta de autoestima y autosuficiencia que les obliga a ver en sus hijos “esa tabla de salvación” a la cual modelar y controlar para tener siempre a su lado, para que cubran sus carencias.


El ver por ejemplo que sus hijos empiezan a ser autónomos, que ya no las necesitan tanto y que poco a poco son capaces de hacer su vida, supone para ellas una gran ansiedad, puesto que temen ante todo quedarse solas. De ahí que sean capaces de desplegar “hábiles artimañas”, para seguir teniéndoles cerca e incluso justificarles que debe ser así, y un modo de hacerlo es proyectando en los niños desde el inicio su misma falta de autoestima, y su misma inseguridad.


2. Obsesión por el control


La necesidad por tener controlado cada aspecto de sus vidas, hace que acaben haciendo lo mismo en la vida de sus hijos. No son capaces de ver los límites. Para ellas, control es sinónimo de seguridad, de algo inmanente que no cambia, y lo que no cambia es bueno porque les hace sentir bien.


Lo complicado de esta dimensión es que suelen ejercer el control pensando que con ello, hacen el bien y que así demuestran amor por los demás. “Yo te hago la vida fácil controlando tus cosas para que seas feliz”, “Yo solo quiero lo mejor para ti, y por ello evito que puedas equivocarte”…


El control llevado a cabo desde la justificación del cariño, es el peor acto de la sobreprotección. Impedimos con ello que los niños sean autónomos, capaces y valientes. Y aún más, que aprendan de sus errores.


3. La proyección de los deseos incumplidos


“Quiero que consigas lo que yo no tuve“, “No quiero que caigas en mis mismos errores”, “Quiero que llegues a ser aquello que yo no puede conseguir”.


En ocasiones las madres tóxicas proyectan en sus hijos los deseos incumplidos de su propio pasado, sin preguntar si quiera qué es lo que ellos desean, sin darles opción a elegir, pensando que con ello, les demuestran un amor incondicional, cuando en realidad, es un falso amor. Un amor interesado.


¿Cómo enfrentarnos a una madre o a cualquier familiar “tóxico”?


–Sé consciente de que debes romper el ciclo de la toxicidad. Has vivido durante mucho tiempo dentro de él, sabes las heridas que te ha dejado, sin embargo, ahora ya comprendes que necesitas abrir tus alas para ser tú mismo. Para ser feliz. Te va a costar, pero debes empezar a decir “No”, a poner en voz alta tus necesidades y a alzar tus propios muros, esos por los que nadie debe pasar.


-Es tu madre, o es tu familia, los quieres y sabes que romper ese ciclo de toxicidad puede causar algún daño. En ocasiones, decir la verdad de lo que uno siente hace daño a los demás, pero es una necesidad vital. Se trata solo de marcar límites y dejar claro lo que permites o lo que no. No deseas causar daño alguno, debes dejarlo claro, al igual que debe quedar constancia de que tampoco tú quieres ser herido/a nunca más.


-Reconoce la manipulación. Hay veces que es tan sutil, que no nos damos cuenta, así que atiende cualquier palabra, cualquier comportamiento. Y sobre todo, no caigas en las redes de la “victimización”, puesto que es un recurso fácil al cual suelen recurrir las personas tóxicas y las madres tóxicas. Alzarse como las más dolidas, las más heridas, cuando en realidad, al que han hecho daño es a ti. 


Tenlo siempre en cuenta.

domingo, 16 de agosto de 2015

En este día te cuento un cuento...


En este hermoso día, quiero contarte un cuento, que me lo hicieron hace muchos años atrás… se llama “El tren de la Vida”.

La vida se asemeja a un viaje en tren, con sus estaciones y cambios de vía, repleto de embarques y desembarques, salpicado de algunos accidentes, sorpresas agradables en algunos casos, y profundas tristezas en otros…

Al nacer, nos subimos al tren y nos encontramos con nuestros padres, creemos que siempre viajarán a nuestro lado…  Pero en alguna estación ellos se bajarán dejándonos seguir el viaje, de pronto nos encontraremos sin su compañía y su amor irreemplazable...

No obstante, muchas otras personas que nos serán muy especiales y significativas, se irán subiendo al tren de nuestra vida...  Nuestros hermanos, amigos y en algún momento, el amor de nuestra vida...

Algunos tomarán el tren, para realizar un simple paseo… Otros durante su viaje pasarán por momentos de oscuridad y tristeza… Y siempre encontraremos quienes estén dispuestos ayudar a los más necesitados…

Muchos al bajar, dejan un vacío permanente… otros pasan tan desapercibidos que ni siquiera nos damos cuenta que desocuparon sus asientos...

Es curioso ver como algunos pasajeros, aún los seres queridos, se acomodan en coches distintos al nuestro… Durante todo el trayecto están separados, sin que exista ninguna comunicación…

Pero en realidad, nada nos impide que nos acerquemos a ellos si existe buena voluntad de nuestra parte…  De lo contrario, puede ser tarde y encontraremos a otra persona en su lugar…

El viaje continúa, lleno de desafíos, sueños, fantasías, alegrías, tristezas, esperas y despedidas...

Tratemos de tener una buena relación con todos los pasajeros, buscando en cada uno, lo mejor que tengan para ofrecer. En algún momento del trayecto, ellos podrán titubear y probablemente precisaremos entenderlos… pero recordemos que nosotros también, muchas veces, titubeamos y necesitamos a alguien que nos comprenda.
El gran misterio para todos, es que no sabremos jamás en qué estación nos toca bajar, como tampoco dónde bajarán nuestros compañeros de viaje, ni siquiera el que está sentado a nuestro lado.

A veces pienso en el momento en el que me toque bajar del tren. ¿Sentiré nostalgia, temor, alegría, angustia...?  Separarme de los amigos que hice en el viaje, será doloroso y dejar que mis hijos sigan solos, será muy triste. Pero me aferro a la esperanza de que en algún momento, tendré la gran emoción de verlos llegar a la estación principal con un equipaje que no tenían cuando iniciaron su viaje.

Lo que me hará feliz, será pensar que colaboré para que ellos crecieran y permanecieran en este tren hasta la estación final.

Amigos…hagamos que nuestro viaje en este tren tenga significado, que haya valido la pena… Vivamos de manera que cuando llegue el momento de desembarcar, nuestro asiento vacío, deje añoranza  y maravillosos recuerdos a los que continúan viajando en el Tren de la Vida, y a ti que eres parte de mi tren te deseo un...., 


¡¡¡FELIZ VIAJE!!!.

FELIZ DÍA, A TODOS LOS NIÑOS DEL PERÚ Y DEL MUNDO.